REHABILITACIÓN DEL PALACIO DEL MARQUÉS DE ROZALEJO

Rehabilitar: Habilitar de nuevo o restituir a alguien o algo a su antiguo estado.
Un edificio con un pasado turbulento, en una situación y con unas características privilegiadas, que se recupera para la ciudadanía mediante su utilización pública.
Restaurar: Reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía.
Reparar una pintura, escultura, edificio, etc., del deterioro que ha sufrido.
Elementos concretos, además protegidos, del edificio, con un gran valor histórico y artístico que deben ponerse en valor.
El equilibrio entre ambos conceptos no puede ser solo una discriminación entre qué elementos tienen valor y cuáles no, optando por soluciones parciales. Debe tenerse en cuenta el valor
integral del edificio, su valor ambiental exterior desde los diferentes puntos de vista, y las posibilidades de su carácter interior conforme al nuevo uso planteado.
El objetivo de esta propuesta es que, de manera natural, sin estridencias, el edificio, recuperados sus valores artísticos y ambientales, acoja el nuevo uso como si siempre hubiera sido así.

La propuesta respeta todos los condicionantes de la ficha del PEPRI del casco antiguo, restaurando los elementos protegidos: fachada principal, zaguán y escalera imperial, fachadas a patio interior, y fachada trasera, así como todas las carpinterías originales presentes en exterior e interior.

Asimismo, se respeta la volumetría general del edificio tanto en fachadas como en cubiertas, limpiando añadidos (definidos así tras un análisis constructivo del edificio) que ensucian la imagen de conjunto (cubierta a un agua en medianil con Navarrería 19 y Aldapa 3, y parte final del ala norte de patio, sobre cubierta de edificio trasero), y actuando siempre en zonas no visibles desde el exterior (inclusión de instalaciones en faldón noreste del edificio trasero, visible solo desde el patio interior).Tal y como permite la ficha, se restructuran parcialmente partes internas, respetando los elementos catalogados y manteniendo (e incluso realzando mediante la limpieza de volúmenes traseros) la tipología palaciega.

Se consigue la accesibilidad total de todos los espacios del edificio gracias a la inclusión de un ascensor que sirve a todos los niveles superiores, rampas de acceso a las plantas inferiores, y un ascensor montacargas de acceso al sótano, que pude ser usado además para el movimiento de obras de gran peso o volumen.

Todos los elementos diseñados para lograr el objetivo de la total accesibilidad (anchura de puertas y pasos, espacios de giro, aseos, cabinas de ascensor, etc.) cumplen con las directrices del CTE DB SUA, superior en cuanto a características a la norma foral respectiva.

La distribución funcional propuesta busca integrar de manera lógica los usos demandados con la propia idiosincrasia del edificio, con la sectorización, evacuación y accesibilidad descritas.

La escalera protegida que integra los servicios y el ascensor (todos los elementos nuevos ajenos al propio palacio original), situada entre la segunda y la tercera crujía, divide el edificio en dos partes: delantera hacia la plaza de acceso, y trasera al jardín propio.

El hecho de que el núcleo quede ligado al patio, con la propia configuración del palacio en “U” con una pieza trasera (en conclusión, una “O” en torno al patio central), refuerza la idea de que las crujías centrales hagan de zonas sirvientes (aseos, ascensor, escaleras, patinillos, pasos, deambulatorios), siempre iluminadas desde lucernario o desde el patio, hacia las crujías delantera y traseras, que albergan los usos.

Cada planta cuenta, por tanto, con usos en fachada a plaza y en fachada a jardín.

Unido a esta circunstancia, se ha diseñado un reparto funcional en plantas graduando en sentido ascendente el carácter más o menos público de cada uno. Los usos más públicos, y por tanto con más afluencia de personas quedan más cerca del nivel de acceso, mientras que los más privados van situándose en plantas cada vez más elevadas.

Tal y como dicta el informe del estado actual del edificio redactado por Príncipe de Viana, el edificio, además de en sus elementos protegidos específicamente, cuenta con un interés general.

A nuestro criterio, tal y como se ha ido desgranando anteriormente, el interés radica en sus propias trazas, confusas en la actualidad en ciertas zonas, en aquellos elementos constructivos originales (fuera de las zonas protegidas, básicamente muros y forjados), y en la búsqueda de una atmósfera general que resulte natural con la propia identidad del edificio.

Se han limpiado aquellas zonas que se intuyen como añadidos a la configuración original, que desdibujan el conjunto y su posición en la escena urbana, contribuyendo de este modo al resalte de las zonas con especial valor del edificio.

Los elementos originales citados (muros y forjados), que realmente definen espacialmente el edificio, se han respetado en su totalidad, realizando una distribución de usos que se apoye en ellos. Tan solo se eliminan ciertas partes, forjados en plantas sótano, que por su uso anterior, por las propias limitaciones constructivas antiguas y por la degradación del paso del tiempo creaban espacios angostos, poco adecuados para los nuevos usos.

La introducción de estos usos nuevos en un edificio originalmente destinado a vivienda, y las exigencias actuales en cuanto a accesibilidad, servicios, instalaciones, que no tiene nada que ver con las de la época de la construcción original, hacen que obligatoriamente aparezcan elementos alejados de la construcción tradicional.

Se han limitado las zonas de actuación totalmente nueva, no escondiéndolas, integrándolas en el edificio.

Se ha escogido una paleta austera de materiales, semejantes a los originales, nobles y naturales.

El objetivo final es lograr que el edificio parezca que siempre ha acogido un uso público, y siempre ha sido así, con la atmósfera de atemporalidad que acompaña a los palacios antiguos.